Ayer me tocó hacer mi tercer despido de la vida. De la vida y de las últimas 3 semanas. Pero bueh. Las tres veces no fue reducción, sino razones que la verdad no deberían darme cargo de conciencia (por malos, por irresponsables, por chantas)… pero igual es muy raro esto de hacer pasar a alguien a tu oficina mientras juntas en tu cabeza las palabras. Pasa lo mismo que con el “mi más sentido pésame”: el “estás despedido” es sólo para las películas. Pero qué le vamos a hacer. Ayer el final de un día colapsadísimo de pega -en que, entre otras cosas, me tocó asumir que NO me voy mañana de vacaciones, porque hay demasiadas cosas que hacer-, fue echar a alguien y, pese a que tenía toda la razón del mundo en hacerlo, no me dejó de desagradar. Pero aaagh. Corte. Viernes. Finde a la vista. De fondo, Fugazi. Delante, ordenes varios para NO tener que trabajar el fin de semana y poder descansar, aunque sea en cómodas cuotas de 2 días. Preparando el cumpleaños de la Romi en la parcela la próxima semana y buscando su regalo. A la par de mis Converse, que no las pillo en todo Santiago. Charquicán de temas dando vueltas en mi calva cabeza. Hay que estar en todas. Ah! Y se aceptan datos de donde encontrar las freakin` Chuck Taylor`s.
A propósito de patá en la…
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