Anoche vi “The Grudge”. Y digo “vi”, porque específicamente no quería verla solo… pero la Romi se tuvo que tomar un relajante muscular para el lumbago que le dio –por un momento pensamos que era algo peor y estaba por abortar el viaje, snif- y me dejó solo viendo una película de terror. A ver, entiendanme bien: a mi, dejarme solo viendo una película de terror. A 20 pasos de la pieza, sólo en la pieza de estar. A oscuras. Solo. Normalmente no soy tan cobarde… pero a) puse el sistema de sonido, así que sentía susurros en 5.1 b) la película era de esas típicas películas japonesas tipo “Ringu”, con una estética falsa-pero-cagate-de-miedo-igual, y c) la historia era tan freak que no sabes bien qué es ni por qué tienes miedo, lo finalmente es mucho peor: apela a tu lado animaloide de miedo por lo desconocido. Y claro: la mopa –a.k.a. el perro que no tenía ojos pero ahora sí porque le corté la chasquilla- aparece justo entre susurros y salta sobre mí… Así que mi promesa de hoy es a) nunca más ver películas de terror japonesas solo y b) ponerle cascabel a la Mopa.
Cristián Ritalin León
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