Mañana es mi cumpleaños. Ya se los dije, ando pegado. Obvio, si no es cualquier cumple. Es mi cambio de folio! 30 años. Uf. Y como también es el matrimonio de dos buenos amigos, cambié la celebración para la próxima semana. Así que hoy, Sebastián y la Romi me despertaron con velitas. Me emocioné. De verdad. ¿Será la vejez?… Sebastián me hizo un dibujo increíble y una carta que dice “Feliz Cumpleaños, papá”. La hizo él. Y eso que no sabe escribir. Imagínate lo que le debe haber costado hacerla. Y la Romi, me trae una caja enorme con 30 regalos chiquititos. Desde mis clásicas Pastillas Droste (Qué belgas; ese es el mejor chocolate del mundo) y mi ron favorito, hasta una agenda de Los Simpson. Hoy es mi último día de veinteañero. Y, bueh, el piscinazo donde H no sé si vaya, con lo nublado que empezó el día… Pero qué tanto. Es mi último día de veinteañero y lo voy a aprovechar a concho. Dentro de lo que se pueda dentro de un cubículo, claro. Pero lo voy a aprovechar. De ahí les digo como. Porque ni yo lo sé. Salud.
Pucha… no quiero cumplir 30.
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