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Foto del escritorCristián Ritalin León

de-liver

Ya. Dije que iba a volver a postear, pero la maldita máquina –esa con ojos de brief y un loguito de “Word” en la panza- me tiene encerrado en una sala pensando desde la semana pasada. Prissioner of my thougths.

Ahora que si hablamos de finde, uf, me viene la pálida otra vez. Mal. El viernes fuimos al cumpleaños de un amigo & tocayo, que vive en un loft en el barrio Brasil. Fiesta con DJ, cuática absoluta, sticks que brillan en la oscuridad, azotea… mucha gente. Y, la guinda de la torta, uno de esos contenedores plásticos gigantes como de lavandería LLENO (y digo LLENO) de hielo y cervezas y rones y tragos al por mayor. Auto-flagelación. Pase a curarse nomás. Así que se veía venir. Sobretodo porque no comí mucho (error 1), mezclé de mango sour a ron y de cerveza a pisco (error 2) y fumé 2 puros entre subir y bajar los vasos y subir y bajar a la azotea (error 3). Así que después de los saltos y la pasada a probar tabaco con chocolate en una pipa de agua (o “Narguile”, lo poco que me quedó en la memoria esa noche; quedó pendiente), véaseme a las 3 am asomado por la ventana del auto saludando a mi suegra mientras la Romi subía a los niños al auto (horror 1), llegando al departamento casi escoltado por el conserje (horror 2) y madrugando al día siguiente por la 1ra. comunión de mi hermano (horror 3).

Al día siguiente, celebrando la santidad de mi hermano, mi prima, que es doc, me dice que el dolor he sentido todo el día es, literalmente, mi hígado gruñendo. Que como se me ocurre. Que como tan gil. Todo el familión; un buffet exquisito frente a mi, y yo que lo único que quiero es irme a dormir. Y, mire usté, no sé cómo, a la noche ya estaba otra vez saltando frente a una pantalla gigante bailando puras canciones setenteras y creyéndome hippie-rapado en el cumple de una tía. Lo bueno de tener tíos que parecen tus hermanos mayores. Y, claro, por inercia como que voy a sacar un vaso con hielo y ron… pero algo me para en seco. Un profesor banderas en blur se me aparece al lado del bar. ¡NOOOOO! USTED… NO LO HAGA. Y nunca supe si fue la mirada de la Romi o el grito de mi hígado. Mmm Hígado. De más. Que yo creo que fue el único que lo pasó pésimo este finde.

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