Cuando me pasé al lado más “digital” de la publicidad, no lo hice porque me haya dejado de gustar hacer comerciales, los jingles ó los avisos. Tampoco porque ya no fuera bueno haciéndolo o me haya “cansado de la publicidad”. Simplemente vi el árbol meciéndose hacia un lado, y salté antes. Pensando, con justa razón, que para cuando el árbol estuviera ya en este lado, yo ya habría probado los “porrazos” antes de que hubiera mucha gente para verlo y reírse.
El tiempo, poco a poco, me ha ido dando la razón. Llevo 6 años en esto. En equipos integrados, hacer campañas memorables para clientes que se han atrevido a abrir su puerta a la gente… y ahora, de vuelta en McCann, ampliando el delivery de la agencia más grande de Chile, hacia una agencia Integrada desde los cimientos.
En todo este tiempo, siempre he notado que hay dos formas de ver la publicidad integrada: desde los digitales que empiezan a ver lo que hacen como Publicidad; y desde eso comienzan a integrar –un camino mucho más difícil, creo yo, porque vienen desde un lado más técnico y menos cercano a los gerentes de marketing, acuñando conceptos como “Storytelling”, que no es otra cosa que contar historias. Algo que hacemos en 30 segundos desde que la publicidad es publicidad-… y los otros. Los que vimos el mundo digital maravillados por las pantallas, desde lo “análogo”; y nos llevamos el Storytelling, la retorica y la facilidad de contar historias hacia el mundo binario. Un mundo un tanto más incomprendido, difícil y precario… pero que es el mundo donde viviremos tarde o temprano, así que la resilencia es una necesidad.
No es fácil hacer publicidad que no es publicidad. Salir de tu zona de confort, de tus 30 segundos y tu gráfica en El Mercurio para pisar terreno resbaloso y mutante. Dejar de pensar en retórica y canciones pegajosas, para meterte de verdad (¡¡¡de verdad!!!) en la cabeza de la gente. En sus pasiones y necesidades.
Pensar en digital es pensar en tecnologías; pero pensar en Integracion es pensar en experiencias. Experiencias increíbles. Únicas. Que van más allá de una interrupción o algo que no te pedí.
Beauty Inside debe ser el trabajo más maravilloso que he visto en todo este tiempo. Creado por Toshiba e Intel, hizo que un problema de la marca (Intel; un chip que nadie ve), fuera parte del leitmotiv de la historia –contada por “capítulos”, por entregas; cual libro renacentista-: un tipo llamado Alex, con una extraña condición: despierta siendo siempre otra persona. A veces mujer, a veces hombre. A veces gordo, a veces guapo. Y esa “condición” tiene tatuado de manera tan sutil como genial, el “lo que importa va dentro” de Intel.
Pero ahi no queda todo. Y ahí está su genialidad: El solo hecho de que el tipo despierte siempre siendo alguien random, da pie para empezar a crear esta “experiencia” de la que hablo: y hacer de una película maravillosa, con actores de primer nivel, un fantástico casting global. Buscando a los “extras”. Los “Alex” que pululan por toda la historia.
Una idea fantastica. Un “storytelling” brillante. Y un contenido brillante, que une la verdad de la marca, con una experiencia genial para la gente.
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