Cristián Ritalin León
About a book
Mis ganas por escribir comenzaron el día en que tomé un libro de Cortázar que me regaló mi abuela y empecé a leerlo. Wow. Fue hace tiempo. Hace años. El gustito nunca lo dejé. O sí; no sé. Me lo quitaron. Fue el tiempo. La falta de. El trabajo. Qué se yo. Y, claro, ahora parte de mi trabajo es escribir. Not the same, tough. Guiones y frases de radio. Literatura de consumo; historias de 45 segundos con reducción a 30. El gustillo literario ese -que definitivamente es otro; porque tiene más sabor a tinta y papel crujiendo que a croqueras y powerpoints- me volvió de zopetón en algún momento del sábado. Cuando el reloj andaba en cámara lenta y la tarde teñía de dorado el bergiere de mi pieza. Dejé la música sonando en mi pieza. Con la Mopa pisándome los talones y aprovechando el silencio Sci-Fi que rondaba mi depto (los niños estaban durmiendo y la Romi andaba en el súper), caminé hasta la pieza de estar, le eché una mirada a mis libros… Y me encontré cara a cara con “eso”. El único bloque de hojas que no he sido capaz de leerme de corrido. Mi némesis. Así que lo tomé, lo abrí… Y lo empecé. Tinta. Hojas crujiendo. El reloj que dejó su cámara lenta para irse definitivamente a un fade-out. … “Rayuela”, here we go.
