Ya. Pasó. La sorpresa pasó, así que les puedo contar:
El viernes, luego de no-sé-cuántos meses preparándolo y armando todo, celebramos el cumpleaños No.50 de mi viejo, junto con el hermano de mi mamá –que cumple 50 exactamente el mismo día- ¡con una fiesta sorpresa in-cre-íble! Un verdadero matrimonio; con un cóctel espectacular, comida exquisita, baile, cotillón y hasta videos hechos especialmente para la ocasión. Y adivinen quién los armó, peh. Of course que yo. Así que estuve las últimas semanas trasnochando entre escanear decenas de fotos antiguas (y estoy diciendo ANTIGUAS), retocando las que estaban muy rotas y armando una parafernalia digna de sacar lágrimas. Y claro, las lágrimas salieron. Desde el ¡SORPRESA!, que ninguno de los dos vio venir, hasta los discursos copa en mano. Y luego del “cumpleaños feliz” de rigor, todos nos fuimos todos al salón de al lado y le puse play. Mi viejo y Chago –mi tío- sentados al frente de la pantalla gigante, y yo desde atrás con el micrófono y el computador. Así que, uf, menos mal que me perdí las lágrimas en directo. Porque apenas prendimos las luces, ¡hasta los más desconocidos de los invitados se acercaron llorando a felicitarme! Y mi viejo, para qué decir. Pero mejor véanlo ustedes y díganme si no valió la pena las trasnochadas. El “locutor” es mi hijo, Sebastián.
De ahí, ¡FIESTA! Sacamos los sombreros gigantes y las challas en spray y le el DJ partió con su música digna de año nuevo. Vasos que venían, zapatos que chirreaban y mi viejo y Chago en éxtasis absoluto. Sin duda, por sus caras, la mejor fiesta de su vida.
La Romi, claro, se bailó hasta los bocinazos de vuelta. Y yo, con el hígado todavía medio mareado, me pasé entre coca Light, la grabadora, la cámara de fotos y métale baile también. Hasta las 6.30. Con Alter hour y todo. Estuvo total y absolutamente increíble. Mi viejo, deshidratado de tanta emoción, se llevó el dvd (aunque le prometí hacerle uno más completo, con la fiesta y las fotos finales) para poder verlo otra vez. Según mi mamá, las 2 veces que lo ha puesto, le ha tenido que pasar pañuelitos. Jaja. Valió la pena el esfuerzo. Que bueno que te gustó, pa. Porque no fue nada. De verdad. Te mereces muchísmo más.
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