Estas últimas semanas el tema de los amigos ha sido recurrente en mis conversaciones. Me reencontré con mi yunta de la universidad, que ahora está en Barcelona (recordarán el verdadero culebrón venezolano que vivimos todos aquí mismo) y mi so called friend que vive en China vino de paseo a Chile y sólo lo supe porque la vi en MSN. Plop. Según ella no tiene mi teléfono y anda sin auto ni celular, lo que me sonó a excusa improvisada. Sobretodo porque le di el teléfono nuevamente y no lo usó. Hasta MSN me lo advirtió con su tag de “Fake Friend” (los que tú tienes en tu listado pero que no te tienen a ti)… pero decidí seguir pisando el palito como gil. Hasta ahora. I`ve got the message. Y es que con el paso de los años, me he hecho más pesado con el asunto. Más exigente con mis amigos. Con una pega tan absorvente; con una señora, un hijo (y otro en camino) y hasta un perro que si no le hago cariño empieza con convulsiones raras -¡en serio! esa perra es un alien, o algo-, hay que priorizar los cariños. Separar el polvo de la paja Los amigos de los conocidos. La tercera patita me pasó este finde: Sebastián había estado con otitis así que decidimos juntarnos en nuestro depto. para que no saliera. Compramos todo, estabamos casi listos… cuando una pareja del grupo, que vive a la cresta del mundo, nos avisó que estaba con problemas para dejar a su hija -no sé por qué nunca pueden salir con ella-, así que preguntaron si podía ser allá en vez de acá. Ok. Friend to the rescue. Así que acarrié a todo el resto de la manga, atravesamos todo Santiago… y cuando llegamos, ¡sorpresa!, la hija no estaba porque la habían pasado a dejar donde la suegra. Y Sebastián, que había estado con otitis hace unos días y ellos lo sabían, salió con el frío que hacía y terminó aburrido y solo, porque no tenía con quien jugar. Hice pasar la rabia con vino. ¿Es mucho pedir un poco de compromiso? “Me da lata que sea tan lejos, ¿puede ser acá?”, “Me ha dado lata llamarte, hablemos por msn mañana” No sé. Algo que me diga que puedo seguir confiando. Que no son una manga de desconsiderados. Yo me considero un buen amigo. Llamo; me preocupo. Me preparo por semanas para los cumpleaños, eligiendo el regalo perfecto. Hago de cada juntada en mi depto todo un evento. Porque me importan. Porque, supuestamente, somos amigos. Pero no todos son así. Ni muy remotamente. Y esos que no lo son, no pueden ser más que conocidos. Extras de cumpleaños. Levantadas de mano a lo lejos. Dicen que los mejores amigos se cuentan con una mano. A mi me están sobrando dos dedos. Y ya no me importa.
top of page
Buscar
bottom of page
Comments