A la Mopa le falta hablar. O capaz que lo haga, pero de a ladridos. La última vez que fuimos a Isla de Maipo, le dio el efecto “niñito de departamento”. Osea, se revolcó, se tiró a un zanjón al fondo de la parcela y volvió muy campante, como diciendo “déjame entrar, que estoy apurada”. Perra fresca.
Snif…
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