Pese a mi yo-guatón (que, déjenme decirles, desde que volvimos de Punta Cana estaba a punto de hacer un golpe de estado en mi subconsciente), y aunque las excusas para no ir al gimnasio aparecieron en mi cabeza como el archi recordado comercial de Hickory (está-feo-el-dia-no-tengo-ganas-que-rico-ir-a-almorzar-mejor-mañana) , pisé el acelerador mental y armé el bolso. Y bueh, como esperaba, mi rendimiento decayó con estas 2 semanas (en las que fui 2 veces nada más). Así que, de vez en cuando, tuve que dejar de hacer la rutina y descansar. Normalmente me concentro mucho cuando la hago, así que puedo pasar por autista, no soy de los que va al gym a hacer vida social –onda Paul en Mad About You, que era Mr. Anonimous-, ni menos ir con alguien (excepto con la Fran a Aerocombat). El hecho es que mirar hacia los lados, hizo que me diera cuenta de que un tipo con pinta dudosa me miraba insistentemente desde el otro lado. Y no era cara conocida. ¿? Inmediatamente saltó mi botón de pánico: me acordé del episodio de Punta Cana (en el que un grupo de gays me miraban, según la Romi, cada vez que pasaba; y hacian señas a sus amigos para que me miraran. No le creí hasta que efectivamente lo vi por mí mismo). O las tallas que me hacía un tipo en McCann, también conocido por tener chorreo de helado crónico. Y no es que sea homofóbico ni me caigan mal los homosexuales, pero cuando te miran con ojos de “corre que te pillo” and you`re not their kind, no puedes evitar sentirte incómodo. Casi tan incómodo como la ducha rápida que me di y la vestida con mil ojos. Y ok, si pensamos que el 90% de los homosexuales va al gimnasio, y ESTABA en un gimnasio, hasta mi mala cabeza matemática saca las cuentas. El problema está, claro, cuando me miran a mi. (de hecho, esa fue mi única razón de salirme del PowerHouse). Aunque sea uno. Según la Romi –recalco, mi señora-, no es la primera vez que pasa, pero yo nunca me doy cuenta. Dice que –por alguna extraña razón cósmica- soy gusto de maricón. Y perdónenme los gays que leen esto, pero deben entender que es incómodo. Como cuando estábamos en La Serena y yo entré al baño y ahí, en pleno urinario, un tipo me dice “Hola, cómo te llamas”… O cuando vas caminando y alguien te guiña un ojo.
Luego de pasar por el OH! Salad (donde reafirmé mi hombría cuando pasó una tipa increíble por mi lado y no le pude despegar los ojos), me vine a la oficina y leí a Villouta, buscando alguna respuesta. None. Así que, como buen blogger, y sabiendo que más de algún gay lee mi “columna”, me gustaría plantear esto: ¿Qué le ven los gays a los straights? O mejor aún, ¿qué hace a alguien gusto de homosexual?… Digo, para hacerme un anti-fashion emergency o algo. Por lo pronto, voy a sacar guata, ir al Hooters y capaz que hasta termine sin ir a la inauguración de la exposición de mañana. Naah, I`m kidding. Es más, se las recomiendo: 3 al cubo. La Sala. 19.30pm
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