Cristián Ritalin León
Mi Wikén Ideal
Me acordé de esa columna semanal del Wikén donde le preguntan a los famosos cómo sería su wikén ideal. Ese en que todos dicen que les encanta el jugo de naranjas, levantarse temprano y tomar té con una torta Tres Leches de la Laura R (que personalmente encuentro que se fue a la cresta desde que les empezó a ir tan bien que empezaron a congelarla para dar abasto. Lástma). Pues bien: no soy famoso, no tengo intención alguna de comer una torta congelada… pero sí de tener mi Wikén ideal. La ocasión? Mi ascenso. Pura celebración en formato familiar (Mira que la otra, la regada, bailada y trasnochada se viene exactamente a fines del próximo mes), que siguió de esta forma:
1. Despertada a una hora decente (si contamos que nos acostamos a las 3, despertar un domingo a las 11 am, tras 8 horas exactas de sueño, está bien), seguido de un desayuno con huevos a la copa, pan caliente y una leche chocolatada (con cacao, no porquería sabor vainillina) muy muy fría. Diario. Suplementos. Ducha en soundtrack retro (que buena la Radio Zero de los domingos)… y de ahí, obvio, un paseo rápido a la Mopa, que suele dejar la cagada absoluta cuando todos menos ella salimos a celebrar –léase meadas en la alfombra, botada de alguna planta o maquinaciones caninas de ese tipo-. Así que le hice la pata corriendo rápido por Lyon. ¡Y funcionó! Luego, fast forward: Bolsos, mamaderas, una botella gigante de té helado; las llaves, los anteojos de sol, jockeys… y al paso 2: McDonald´s. No sé si es un placer culpable (al ojo me comí 1.000 calorías, y eso que pedí coca Light)… o simplemente me encanta ver a los niños metidos en esas burbujas plásticas gritándonos felices, mientras la Romi y yo soñamos con vivir ahí cerquita, en el campo. Debe ser eso: el McDo camino a Buin tiene una onda más campestre; sol más vivo. Aire más puro. Gente más piola. En fin: Sebastián feliz con su mono de Ben 10 (ya tiene dos, osea como 2.000 calorías de más en su cuerpo); y nosotros enfilando al Buin Zoo, paso 3, con un calor veraniego que nos acompañó toda la tarde. ¡Exquisito! Y aunque encontramos medio carillo el lugar (no ibamos desde que éramos sólo 3), valió la pena y la absoluta preferencia versus el de Santiago. Con su cara de cemento, sus escaleras anti-coche y sus papeles botados, no hay donde comparar. Hartas fotos, harto grabar y harto compartir en familia. Buenísima celebración. Y para terminarla, no se nos ocurrió nada mejor que irnos a tomar té a la Casa de las Alemanas… pero entre la carretera, la señalización surrealista y mi habitual problema de ubicación… terminamos haciendo un peor es ná en el Bravíssimo de Providencia, que no tuvo arrepentidos, si es que las calorías hoy no cuentan. Y no, pueh. No cuentan. Si hoy fue un día de celebración. Mi Wikén ideal, cuando mi wikén incluye a toda la familia. Osea, valga la redundancia: mi wikén ideal.
