Anoche, once again, llegué a mi depto. tarde y raja. Así que, aplicando el ya calado sistema de relajación de surround+chela+popcorn +película, busqué entre mis dvds y encontré WINGED MIGRATION. Una película que, debo reconocer, no tenía muchas ganas de ver. ¿Quién quiere ver una hora de pájaros en migración?… Pero no tenía nada más. Así que la puse, apreté play… Y ¡woosh!… no pude dejar de verla. Este año no recuerdo haber visto alguna película que realmente me haya marcado. Es más: creo que la última vez que me pasó fue en el 2001 con Matrix. La uno, claro. Winged Migration me dejó total y absolutamente anonadado. Y no sólo porque la fotografía es absolutamente perfecta, pese a que a los pájaros no les puedes decir “acción” ni marcarles la posición. Tampoco porque el mundo entero se ve como una postal, ni por los diseños increíbles de cada especie. Quedé helado por algo totalmente ajeno a lo que el director nos quiso mostrar, pero que estaba increíblemente implícito en cada segundo del documental: Mientras veía esas tomas aéreas en que se ven a los pájaros en formación aleteando en el silencio (al comienzo, dice, no se usaron efectos especiales, así que es doblemente impresionante)… me puse a pensar en el llamado “instinto” de los pájaros. ¿Cómo es posible que la evolución sola haya hecho posible que estos animales sepan cosas tan específicas como tener que emigrar al norte –y no cerca: ¡algunas especies vuelan hasta 20.000 kilómetros!-, cómo hacer nidos perfectos; cómo seguir rutas exactas cada año?. Simplemente no me la puedo tragar. No puede ser así. Porque, de ser tan perfecto el cambio sináptico producto de la repetición, bastarían todos los miles de años que llevamos “evolucionando” para que todos naciéramos hablando, o sabiendo caminar o, en un futuro, sabiendo teclear en un computador sin haberlo visto antes. En definitiva, ¿el instinto es realmente producto de la evolución? Porque pasa con todos los animales. Desde los osos polares, que se tapan la nariz –su unico punto negro en todo el cuerpo- para desaparecer en la nieve, hasta las sofisticadas construcciones que hacen los castores de norteamérica. ¿Es todo evolución, o es algún tipo de programación? ¿Alguien metió mano, implícitamente, o fue todo tan solo un paso lógico, luego de siglos y siglos del mismo comportamiento?… ¡Help! ¡Alguien que me lo explique! Porque, además de haberse convertido automáticamente en mi documental favorito, Winged Migration me mostró que tal vez sí se puede creer en algo. Y que no está tan oculto como algunos creen. Sólo falta dejar la pantalla, abrir la ventana y mirar al cielo. Textual.
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