La Romi entró al gimnasio. Todas las tardes de 20.30 a 22. Así que ahora, por descarte, soy el niñero semanal de mis dos mini-me. Chao happy hours. Avant premieres? sólo muy planificadas. Y para qué hablar de salidas a comer. Rotundo no. Mente sana, cuerpo sano. Al menos por un tiempo. Así que la semana se me ha ido entre canciones de cuna, el Discovery Kids y devorarme Blood Canticle, el último libro de las crónicas vampíricas de la Rice. Un mamotreto de 600 páginas que estoy leyendo, o intentando leer, de la siguiente forma: (Si tienen un hijo de 2 meses como el mío, les viene bien este dato, como para ser niñeros, pero ilustrados)
Tómese al infante apoyando su cabeza en su brazo izquierdo (perdón, el derecho; soy zurdo). Con la otra mano, apoye la mamadera y fíjese que no bote leche. Para esto, previamente, Ud. se ha colocado el pañal a la usanza campesina. Osea, a lo huaso: en el hombro. Si no lo hizo antes, repita desde el comienzo o prepárese para cambiarse la polera ante cualquier impevisto. Seguid. Como en el primer brazo está apoyada la cabeza del nene, use la prolongación del mismo (llamada mano) para tomar el libro. Si es un libro voluminoso, véase de referencia la foto del blogger a su derecha, y use esa misma posición de la mano para poder tomar el libro y evitar que se cierre. La cáida del mismo podría hacer que el nene se altere. Si le pasó, vuelva desde el comienzo. Si no, comience su lectura mientras ve por su visión periférica si el lactante está lactando. Valga la redundancia. Cuando llegue el final de la página, no se altere. Tome la mamadera con la boca –o la pera-, libere su mano y de vuelta la hoja con toda incomodidad. Siga así hasta que se le acalambre la mano, termine el libro o el nene termine su leche. Lo que sea primero.
¿Es ridículo? ¿Es como musho? ¿Es complicado?
Nah.
It`s evolution, baby.
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