Trasnoches jugando cacho y Tabú; mañanas en slow motion con queso de campo, tazas de café bien cargado -y bien conversado- y regaloneo. Me saqué el reloj, apagué el celular (mentira, lo prendí de vez en cuando para jugar el Prince of Persia); canté a toda boca con Sebastián mientras ibamos en el auto con las ventanas abiertas por caminos de tierra; disfruté como cabro chico la Granja Educativa, y pasamos el resto de nuestras calurosas tardes entre picoteos eternos, piqueros y correteo de perros. Y siestas con un pie colgando de la hamaca y piscinazos y sesiones de cocina tan surtidas como memorables: Sushi para un regimiento -uf, nunca más-, un improvisado Creme Brulée que sacó aplausos, ensaladitas del huerto para disimular… y unas empanadas de horno… Uf. Y en horno de barro, oiga! Así que volví a la santiaguina realidad cuando Franz Ferdinand me llegaba como acribillándome el celular, con H sacándome pica del otro lado. Parece que todos fueron a ver a U2 este domingo menos yo, que me conformé con escucharlo desde mi balcón, allá a lo lejos. Pero bueh. No se puede tener todo. Esta fue mi semana. Tres semanas de vacaciones, pero en seis días. Así que ahora, full reloaded, que venga marzo!!!… Que lo estoy esperando precalentadito.
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