Este finde, mi che amigo Dolape se trajo una botella de Fernet a mi depto. Y digo se trajo, porque nadie más la pasó. No sé si por el amargor, o la espumita o qué. Y él, riéndose de nuestras “piscolitah”, lo dejó en mi licorera. Ahí nomás. Sin marcar. Sin ocultar. Para qué. Si hay que ser argentino para tomar Fernet y el único argentino que entra a mi licorera es él.
Personalización tautológica, le puse.
Y me dio por pensar, a propósito de un post buenísimo de Sacreblue sobre el mate, sobre este extraño gusto de los argentinos por lo amargo. El mate, dicen ellos, “no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse“. Lo aman. Y el Fernet, igual de amargo, es la piscola chilena elevada al cubo. Fascinación trasandina pura. El obelisco con hielo.
Luego recordé a Alfonsín y la crisis del 89. Y el corralito y De la Rúa. Y me di cuenta de una cosa:
Sólo un argentino podría bancarse algo tan amargo como el mate, el fernet, los porrazos y la historia política… y seguir sonriendo.
Que grandes, los che.
top of page
Buscar
bottom of page
コメント