Dicen que no se pueden sacar vacunas con, al menos, 2 o 3 años de pruebas. Y dicen también, que el ser humano se acostumbra a nuevos hábitos pasados 21 días. Pues bien, gente, nos caben 8 acostumbramientos completos desde que nos encerramos a mediados de Marzo.
Y pareciera que la primavera y el 18 y el “paso a paso” nos fuera abriendo nuevamente las fronteras mentales de qué podemos y qué no podemos hacer… pero eso mismo le pasó a España (país que, invariablemente, seguimos el paso a lo Simón Manda), y hoy vuelven al encierro. Así que no. No hay que hacerse falsas esperanzas.
Pero por otro lado, y aquí voy a ser pelotudamente egoísta y ombliguista, estos últimos meses de trabajo en casa, han resultado (again, en mi caso) en un montón de cosas buenas, en contrapunto a lo terrible del caso. Claro. Yo no trabajo en restoranes ni en turismo. Y por eso, por tercera vez -por si no te queda claro- la visión sesgada: Yo, publicista cuarentón que se reinventa en plena pandemia, he visto en el Home Office una bendición total. Porque tengo la suerte de trabajar en una industria que sí que puede trabajar de lejos (ahora mismo estamos sacando unas fotos en Puerto Varas, revisando con mi cliente en Estoril y armando textos con el equipo en sus departamentos). Cerrando contratos con gente que nunca he visto en persona, dando clases a más de 80 personas cada uno desde su escritorio y hasta con dos socios nuevos. En Mexico y Argentina.
La Pandemia y esta “nueva normalidad” llegaron para quedarse por un buen rato. Y si bien en mi Podcast lo hemos hablado varias veces, hoy el sabor a “Empieza a acostumbrarte” me obliga a plantear, desde mi miope cabeza calva sin duda llena de privilegios, que el vaso medio lleno sí existe:
Olvídate de los Tags. ¿Sabes cuanta plata me estoy ahorrando en Bencina y Tag cada mes?
Olvídate de los Tacos. Viviendo hacia Chicureo y trabajando en Vitacura, mi semana tenia al menos (¡al menos!) 8 a 9 horas de taco. Hoy, esas 8 o 9 horas son de lectura, pasear con mi hija chica o jugar Switch con los niños.
Olvídate del “Loro de Pirata” Jefes de la generación X, acostumbrados a presionar a su equipo? Chao. Ya no fue más. Porque no puedes exigirle a alguien con una guagua en brazos que se conecte 2 horas, y porque, ¡finalmente! los trabajos empiezan a ser por objetivos y no por horas. En un país de “trabajólicos” mal entendidos (con Desayuno a las 10 y sacada de vuelta incluida), eso es un Effie de Oro en Categoría “Tiempo Bien Aprovechado”. Managers del mundo: por fin tenemos maneras objetivas de medir equipos.
Como sabrán, desde este mes soy también el CEO de Human Connections Media; una agencia de medios diseñada de manera empática; con la gente y no los softwares como punto de partida. Y pasa que, al empezar el diseño del trabajo, empalmando con Mexico y Argentina, mi primera decisión consciente fue ser una empresa distribuida. Al menos mientras aguante poder estar en casa, tranquilos y seguros. Y, como bien dice el gran Matt Mullenweg, (también archi conversado en mi Podcast y en mi canal), una empresa que conscientemente diseña su flujo de trabajo, sus relaciones y su negocio en torno a objetivos, capacidades y no limitaciones físicas, está destinada a funcionar así más allá de la Pandemia.
Así que no. No me interesa tener una oficina. No quiero un estacionamiento. No me manden a hacer tarjetas. Déjenme en mi casa tranquilo, con “teletransportaciones” inmediatas a las reuniones, con breaks maravillosos con mis hijos y reuniones planificadas, importantes y ciertamente que no pueden ser un mail: porque esas nuevas reuniones que se vienen, serán para conocer a tu equipo, festejar con tus clientes y crear bonitas relaciones humanas.
Así, ¡quien sabe! La brutalidad de ahorro de Tag y Bencina, en 10 meses, quizás se vuelve unas “vacaciones” de 2 meses en el Sur con mi familia. Y ellos guata al sol; yo organizado con mi equipo y en reuniones patas en el agua… Y con las metas y no el reloj en la cabeza. Para que al desconectarme, realmente me desconecte. Paf. Un botón y corte a un piquero.
Ese futuro, a mi al menos, me hace mucho sentido.
Así que déjenme así nomás.
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